El
sábado 17 de diciembre, La Cámpora Zavaleta, junto a vecinos y otras
organizaciones del barrio, festejaron el Cierre de Año con un festival lleno de
sonrisas, juegos y actividades que son reflejo de un año de trabajo y de
imágenes que son ya memoria colectiva.
El sábado
17 de Diciembre de 2011 no fue un día como cualquiera en el barrio de
Zavaleta. Allí viven parte de los sectores más humildes de la Ciudad, los más
relegados de un Gobierno local que brilla por su ausencia. Este año el barrio
había vivido un enorme festejo para el día del niño planificado por varias
organizaciones sociales y políticas -incluida la Cámpora Zavaleta-, que habían
disfrutado entre todos. Para esta vez, la decisión fue organizar el festejo
junto a los mismos vecinos, para pensar y armar entre todos un cierre de fin de
año en comunidad. Que todos salgan de sus casas, se miren, discutan, organicen,
se ayuden y finalmente festejen todos juntos el cierre de un año muy intenso.
Varias organizaciones que venimos trabajando en el barrio participamos también
de este proyecto: La Cámpora Zavaleta, Kolina y Zavaleteros. Lo hicimos
asistiendo a las reuniones de los sábados junto a vecinos, buscando donaciones,
intentando conseguir lo que hacía falta, aportando los recursos que estuvieran
a nuestro alcance, ayudando a organizar, difundiendo y convocando al resto de
la gente. Hacía falta música, juegos, bandas, equipos de sonido, fuegos
artificiales, comida, bebida, afiches, volantes, y muchas cosas más. Por eso
fue necesaria la ayuda de todos con mucho trabajo y predisposición.
Finalmente
llegó el día tan esperado y en la Avenida Iriarte y alrededores ya se podía
sentir el movimiento, el trabajo y el entusiasmo que recorría todo el barrio.
Los inflables comenzaron a crecer y llenarse de chicos exaltados, los juegos se
iban armando y la merienda y la chocolatada llenaban las panzas de muchos nenes
contentos. Jóvenes y adultos jugaban a la pelota con la misma alegría con la
que los chicos corrían y saltaban entre los juegos inflables. Madres y padres,
adultos mayores y adolescentes charlaban y recorrían la Avenida reconociéndose
entre ellos y disfrutando del día de sol y los festejos.
Más
tarde y con el cielo poco a poco oscureciéndose, llegó la hora de la murga y el
baile. Bombos y redoblantes iban avanzando por la Avenida y la gente se
agolpaba alrededor para ver y bailar al ritmo de la música. Cuando empezó a
acercarse la hora de la cena, comenzaba a verse el humo y sentirse el aroma de
los choris y patys que se asaban en las parrillas. Los compañeros los
repartieron y ayudaron a que nadie se fuera sin su parte, por lo que todos
terminaron con la panza llena y la sonrisa en el rostro. La torta gigante fue
el postre que todos esperaban y la banda de música paraguaya “Código Secreto”
el cierre de un festejo inolvidable. Todos bailaron y pidieron “otra” al ritmo
de las cumbias entonadas. Chicos con latas de espuma de carnaval corrían
alrededor mientras reían y jugaban.
El
momento de los fuegos artificiales fue sin dudas uno de los momentos más
emocionantes. Entre militantes, compañeros y vecinos formamos una “valla” para
que nadie se acerque al sector donde se encendían y otros se encargaron de
prenderlos uno por uno. Los gritos de alegría y emoción se cruzaban con los
colores desplegados en el cielo nocturno. No faltaron los cantos militantes y
el recuerdo de Néstor en el aire. Para la Cámpora Zavaleta no era el cierre de
un año común, y las lágrimas de algunos compañeros fueron secadas con los
abrazos cálidos de los otros. El barrio se había vestido de fiesta para
conmemorar un año lleno de emociones fuertes y alegrías.
“Se
habla de pan y circo, ¡pero a la gente pobre ni el circo le habían dejado!”
sostuvo Cristina alguna vez. Quizás para algunos la fiesta y los festejos sean
cosa superficial o trivial como tarea militante, pero sobre todo lo es para los
que no les ha faltado un juego en su infancia, y la algarabía de una fiesta en
su vida. Para nosotros, la alegría y la felicidad del pueblo es de los
objetivos más grandes que debemos cumplir. Cuando la sonrisa de un pibe no se
borra de su cara en todo un día, sabemos que hay cosas que estamos haciendo
bien. Y cuando comprobamos que los vecinos pueden unirse a las organizaciones
políticas y sociales para planear un festejo junto a todo el barrio sabemos que
es el inicio del camino correcto. Como dijimos tantas veces citando a Arturo
Jauretche, y repetiremos muchas más: “Nada grande se puede hacer con la
tristeza”. Y todo lo grande que estamos haciendo, nos ayuda sin dudas a seguir
caminando en la misma dirección y a combatir por el país cada vez más
alegremente.
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