El miércoles
pasado, 4 de abril, gran parte de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano se
vieron afectados por una tormenta que se llevó a su paso árboles, postes de
luz, techos y hasta casas enteras. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires los
barrios del sur fueron los que más sufrieron el temporal, con un alto
porcentaje de damnificados. Caminar las calles del barrio se había convertido
en un recorrido catastrófico.
A medida que nos íbamos acercando
a Zavaleta, podíamos advertir que la situación era cada vez más angustiante.
Árboles caídos, arrancados desde la raíz, postes de luz atravesados, caídos sobre
las casas; sobre techos que supieron tener chapas, familias enteras que se
quedaron con lo puesto, que perdieron ropa, colchones, todas sus cosas. Familias
llorando a sus seres queridos víctimas del temporal, llorando sus casas
partidas a la mitad, hechas escombros. Allí, donde debiera estar el Gobierno de
la Ciudad mostrando gestión, asistiendo a quienes verdaderamente lo necesitan,
fue dónde más quedó evidenciada la ausencia del Estado, la desidia, la
marginalidad, la falta de respuesta ante un estado de emergencia.
Nos
organizamos. Desde la Cámpora Zavaleta el jueves mismo por la mañana salimos a
las calles, hablamos con los vecinos, relevamos las pérdidas de cientos de personas
qué, con tristeza, nos contaban los desastres que habían sufrido por la
tormenta y nos pedían ayuda ante la falta de respuesta de un Gobierno local
ausente. Llegaron compañeros, referentes,
amigos, desde todas partes de la Ciudad para ayudar con una situación que nos
sobrepasaba por tanto desastre. Junto al diputado Juan Cabandié, la comunera
Vicky Colombo, en coordinación con la Unidad Básica de Tierra Amarilla -dentro
de la Villa 21-24- y junto a otras organizaciones compañeras, salimos en busca
de una mano que sólo encontramos tendida en el Ministerio de Desarrollo Social
de la Nación, que nos proveyó de chapas y otros elementos para que podamos
repartir entre los vecinos más afectados.
Mientras tanto, se organizaba una campaña de donaciones por todas las
Unidades Básicas: ropa, colchones, alimentos no perecederos, zapatillas y hasta
juguetes fueron llegando día a día de la mano de compañeros que nos devolvían
la sonrisa cada vez que los veíamos llegar cargados de solidaridad.
Durante los 4
días del fin de semana de pascuas, y mientras el Gobierno de la Ciudad
vacacionaba en la Patagonia y en Punta del Este, miles de militantes de La
Cámpora salieron a caminar los barrios más humildes, a contener, a charlar, a
relevar casa por casa, y a tender una mano compañera ante tanta desidia. Todo
el esfuerzo valía la pena ante cada agradecimiento y rostro conmovido de gente
que lo había perdido todo y recibía la ayuda que podíamos darle. Transpiramos,
nos lastimamos, nos cansamos y nos angustiamos, pero por sobre todo, nos
organizamos y estuvimos. Donde más lo necesitaba el pueblo, estuvimos, y eso es
nuestra mejor manera de decir presente, de decir: somos protagonistas, venimos
a cambiar las cosas, unidos y organizados.
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